No seas pingüino
Con lo que sabes ya eres mejor. Por lo tanto, ¿por qué te comportas como un pingüino? Te contaré una anécdota doméstica. Estaba con mi hijo viendo la película de Pingüinos de Madagascar. Si no la has visto te cuento (no hago spoiler) unos minutos del inicio.
Los pingüinos del Ártico van en fila caminando despreocupadamente. Una larga fila de pequeños seres ordenados y coordinados. De pronto, el foco se pone en tres de ellos, a la postre los protagonistas. Uno de ellos lanza la pregunta de porqué están caminado, adónde van. Un pingüino del grupo al escucharlo contesta: „no lo sé, somos pingüinos“.
De pronto, uno se cae de espaldas y como fichas de dominó van cayendo todos…excepto nuestros protagonistas que de un salto se escapan de la cascada de caídas. Ellos, claro está, son los que vivirán nuevas y excitantes aventuras.
Los seres humanos nos comportamos como esos pingüinos. Caminamos hacia ninguna parte solo porque es lo que hacen todos. Somos sociales pero sobre todo gregarios. No reflexionamos acerca de si el camino emprendido es realmente el deseado o solo el esperado (por los demás).
Uno de ellos lanza la pregunta de porqué están caminado, adónde van. Un pingüino del grupo al escucharlo contesta: „no lo sé, somos pingüinos“.
La búsqueda constante de aprobación ajena nos hace seguir la inercia y no saltar cuando tomamos consciencia de que ese viaje, como le pasa a nuestros simpáticos protagonistas de la película, no es el nuestro. ¿A qué estás esperando? Una vez sabes (porque lo sabes) que tu camino es otro. ¿Por qué no saltas? Sí, es cierto… no siempre se cae sobre la mullida nieve.
A veces, muchas veces, la caída es sobre e duro cemento. Pero una vez repuesto, delante tuyo, está la vida. Ser músico conlleva estar conectado con la creatividad. Y cuando no lo parece, sencillamente es porque como cualquier músculo, si no se ejercita se entumece. Tu creatividad puede estar entumecida. En tal caso, solo tienes que desentumecerla. Y la mejor forma de que vuelva a la actividad es darle actividad. Seguro que tienes muchos planes para las próximas vacaciones.
Una vez sabes (porque lo sabes) que tu camino es otro. ¿Por qué no saltas? Sí, es cierto… no siempre se cae sobre la mullida nieve.
Quizás para dentro de cinco años. O, es muy posible, cuando te jubiles. Mientras, vives una vida que no quieres y, por tanto, que no te mereces. Es seguro que recibas muchos mensajes de tu entorno diciéndote cosas como, „estás bien como estás“, „no arriesgues“, „lo importante es la estabilidad“, „te arrepentirás si cambias“…muchos de estos vendrán incluso de personas que de verdad te quieren.
Tú mismo te formularás las mismas dudas. Y todo esto está bien y es normal. La cuestión es si para ti está bien, si te crea una disfunción, si te roza, si te preocupa. Y si está bien, entonces es fantástico pero si no, deberás decidir no sobre lo que para los demás sería tan claro y obvio sino lo que te va a dar felicidad. Si tu elección es tocar Iron Maiden con el violín, está bien. Si, por el contrario, quieres tocar Bach con un txistu, también está bien.
Todo está bien si lo haces desde el corazón y el convencimiento. Nada te impide hacer lo que para ti es revelador en tu vida. No hay nada peor que el aburrimiento en la cara de los que hacen lo que deben hacer sin desearlo.
Y, esperar a la jubilación para cambiarlo, me parece que es vivir una vida sin propósito, sin alegría, sin ser uno mismo. Siendo …pingüino.
Juan F. Ballesteros
Marketing elemental para músicos expertos