Instagram: molinos y gigantes

La valentía no es la ausencia de miedo sino la capacidad de vencerlo. Don Quijote no dejó crecer el suyo al ver gigantes (poco importa lo que fuera, sino lo que él veía) por eso se enfrentó a cuerpo descubierto. No tuvo reparo en asumir los daños colaterales sino el resultante en términos de enseñanza y crecimiento. El viaje de Don Quijote fue un viaje a ninguna parte, porque no hay ningún lugar adonde ir si no es al interior de uno mismo.

El mundo es complejo y por eso hemos creado otros mundos donde creernos protagonistas. Una especie de avatar que nos saque de la desidia del día a día. Un espacio donde fingir nuestros sueños. Para ser valiente, primero hay que tener miedo.

Solo Don Quijote veía gigantes. Sancho solo molinos. Una visión más amplia de la realidad que le confirió coraje. Sancho, por su parte, intentado disuadirlo, solo encontró como respuesta que se apartara.

En nuestro mundo actuamos como un resorte dictado por nuestro magma social. Difícilmente tomamos la iniciativa de sortear el miedo, mirarlo a de frente y dejar que la valentía haga el resto. Muchos, incluso los que nos quieren, trataran de disuadirnos porque ellos no ven lo que vemos nosotros. Esta era de Instagram donde nada es lo que paree, aceptamos por bueno lo que todos aprueban y solo aquellos que juzgan, dudan y actúan tienen garantizado el éxito, que no es otra cosa que la libertad.

Mostrarnos debiera ser un acto de generosidad ofreciendo un valor intrínseco a nuestras capacidades. Si actuamos como Narciso, solo recibiremos nuestro reflejo en forma de ego y antes o después acabaremos ahogados abrumados por nuestro selfie.

Solo Don Quijote veía gigantes. Sancho solo molinos. Una visión más amplia de la realidad que le confirió coraje

Los valientes son los que se ofrecen en el lado analógico de la existencia. Los que no necesitan contarlo si no lo han hecho desde el corazón y con resultados palpables. Los que no se quejan por las normas ajenas. Los que, como nuestro Don Quijote, ven más allá de las apariencias.

Si actuamos como Narciso, solo recibiremos nuestro reflejo en forma de ego y antes o después acabaremos ahogados abrumados por nuestro selfie.

El diálogo que después del acontecimiento tienen los dos amigos es más que elocuente e ilustrativo de la necesidad de liberarnos para ser más productivos y, por tanto, más visibles en nuestro mercado sin necesidad de la banalidad de la vacua sobre-exposición:

—Así es la verdad —respondió don Quijote—, y si no me quejo del dolor, es porque no es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.

—Si eso es así, no tengo yo que replicar —respondió Sancho—; pero sabe Dios si yo me holgara que vuestra merced se quejara cuando alguna cosa le doliera. De mí sé decir que me he de quejar del más pequeño dolor que tenga, si ya no se entiende también con los escuderos de los caballeros andantes eso del no quejarse.

La valentía, por tanto, es la capacidad de no dejarse caer en la cómoda queja para así vencer el miedo.

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Juan F. Ballesteros