El arte de dar un paso más

Un músico me preguntaba qué podía hacer para ganar dinero con su propuesta. Mi respuesta fue muy clara y concisa: pídelo.

El paradigma mental programado que los músicos ostentamos impide ver las posibilidades del talento. Para pedir, obviamente, hay que ofrecer. Y solo si la propuesta es excelente tiene cabida en el marco de aquello que queremos conseguir. Alguien nos dijo que sólo podíamos toar y nos lo creímos. Alguien nos convenció de que la única alternativa era opositar y también nos lo creímos.  La realidad, sin embargo, es que hay quien toca peor y realiza conciertos y quien no ama la docencia ni soporta el compromiso a largo plazo y ha ganado una oposición.

Por el camino fuimos destruyendo las infinitas posibilidades que nuestros talentos otorgan pero justo cuando -en el mejor de los casos- nos dimos cuenta (en el peor de los casos, instalados en la queja jamás saldrán de la frustración) resulta que el esfuerzo realizado hasta el momento no basta.

Alguien nos dijo que sólo podíamos toar y nos lo creímos. Alguien nos convenció de que la única alternativa era opositar y también nos lo creímos.

Tras una carrera musical que supuso más de una década de estudios o tras un proceso similar de tiempo para conseguir una plaza pública, un paso más se convirtió en una misión imposible ya que, nuestra configuración mental no está programada lo impide. Ya lo hice todo, dirá el músico con la voz ahogada. Sin darse cuenta que todo está por hacer. No debería esforzarme más para conseguirlo, seguirá argumentando. Y ahí, justo ahí, tiene lugar el fracaso.

La impostura del mundo musical ha ganado la batalla a la reflexión. Por eso son pocos en conseguir objetivos y por eso estos pocos son señalados, odiados y cancelados, puesto que la escasez provoca rechazo hacia quien logra. Y este veto solo muestra la insuficiencia de quien no quiere escuchar que un poco más adelante, en el mismo camino, le espera el éxito.

Un músico me preguntaba qué podía hacer para ganar dinero con su propuesta. Mi respuesta fue muy clara y concisa: pídelo.

Todo, en definitiva, depende de cada cual. Porque mientras se culpa, el presunto culpable avanza mientras que el escaso dedo acusador, pierde.

Cuestión de elección.

Marketing elemental para músicos expertos
Juan F. Ballesteros