Quejarse es de perdedores
Mientras hay quien crea hay quien destruye mediante la queja. Más allá de la liberación que supone quejarse, acomodarse a la sensación de alivio sin sopesar que más allá de nuestro solaz no hay contribución alguna a la mejora de nuestros hábitat, la queja solo bloquea cualquier posibilidad de redención, de crecimiento y -en consecuencia- de alcanzar las metas y los logros de quienes las profesan.